Peter pan es un personaje, bien conocido por todos. Cuando se menciona, recordamos el simpático rostro del protagonista de la película de Disney (1953).
Sin embargo su historia se crea mucho antes, en 1904 por James Barrie y su obra teatral Peter Pan, el niño que no iba a crecer.
EL SENTIDO DE LA OBRA DE TEATRO
En la obra de teatro esta el problema de crecer y hacerse mayor; se observa la contrariedad entre Peter Pan y el Capitán Garfio, ya que éste es un hombre adulto el cual ya no puede entender el mundo infantil.
La obra propuso la hipótesis de que la concepción del mundo desde la infancia no es "tonta" o "simplista"- como podría pensarse desde una mirada adulta- si no que se rige por una lógica propia incomprensible desde otras perspectivas.
Podríamos decir que Peter Pan, no desea crecer no por dejar de divertirse o actuar de forma irresponsable, sino que supondría perder su punto de vista particular, irrecuperable una vez que se accede a la lógica adulta.
Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, los psicólogos infantiles, han tratado de desentrañar la madeja que es este singular concepto del mundo para los niños.
SINDROME DE PETER PAN
No obstante, en la actualidad no se trata de las perspectivas del mundo, si no del deseo de algunos jóvenes por permanecer libres de las responsabilidades que conlleva una vida de adulto, es decir romper la dependencia hacia sus padres, desarrollar una actividad laboral responsable y establecer relaciones comprometidas y maduras.
Se caracterizan por:
Comportarse como niños pequeños cuando su edad biológica es considerada la de un adulto.
Se siente muy atraído por la juventud, idealiza la infancia y la adolescencia.
Tiene necesidad de la atención de quién le rodea.
Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar con poca tolerancia a la frustración.
Centrado en sí mismo y en sus problemas, sin preocuparse por quien le rodea.
Siente insatisfacción constante con lo que tiene, desea tenerlo todo sin ningún esfuerzo.
Considera el compromiso como un obstáculo a la libertad.
No se responsabiliza de sus actos y culpa a los demás por lo que no le va bien.
Mienten o se esconden detrás de excusas.
Presentan miedo a la soledad, mucha inseguridad y baja autoestima.
CONSECUENCIAS DEL SINDROME DE PETER PAN
Todos de algún modo hemos aprendido de adultos que la vida no es solo jugar y deleitarse como si de un mundo de fantasía se tratase, es un equilibrio entre disfrutar y afrontar dificultades y responsabilidades, salvo que estas últimas las hagamos un lado, las posterguemos o se las traslademos a las personas que nos rodean.
En este sentido, el Síndrome de Peter Pan tiene consecuencias negativas, importantes alteraciones conductuales y sobre todo emocionales:
Son frecuentes elevados niveles de ansiedad y de tristeza, pudiendo evolucionar esta última hasta la depresión si no se trata adecuadamente.
La persona se siente poco realizada y satisfecha con su vida, ya que al no asumir responsabilidades tampoco disfruta de los retos y de los logros, lo que indudablemente repercute en sus niveles de autoestima que son muy bajos.
"MADURAR": REDEFINIENDO EL CONCEPTO
Crecer como persona es parte del desarrollo natural del ser humano, pero no por ello significa que sea sencillo. Ser adulto requiere decidir de crecer y adoptar valores y objetivos en la vida. También requiere renunciar a algunas cosas para conseguir el objetivo, responsabilizarse de los propios errores y tolerar la frustración día a día.
Madurar no significa perder al niño que llevamos dentro, no dejarlo salir ocasionalmente hace que las personas sean demasiado rígidas, pero no hay que dejar que el niño domine y obstaculice la vida del adulto, como en el caso de los Peter Pan. Es imprescindible una relación de comprensión y cariño entre el adulto y el niño interior, pues madurar exitosamente consiste en lograr mantener un equilibrio entre ambas partes de la persona.
Recuerda:
Crecer como persona forma parte del desarrollo natural del ser humano, esto no significa que sea sencillo.
Ser adulto significa decidir crecer, adoptar valores y objetivos en la vida. Renunciar a algunas cosas para conseguir ese objetivo, responsabilizarse de los propios errores y tolerar la frustración del día a día.
Madurar no significa perder el niño que llevamos dentro sino lograr mantener un equilibrio entre ambas partes, el adulto y el niño interior.
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