En la actualidad apenas podemos empezar a visualizar después de dos años de convivir, en ocasiones, sobrevivir con la pandemia, las consecuencias causadas por el confinamiento, que podemos decir, eran visibles, la carencia de trabajo, la baja economía, la salud física; sin embargo no fuimos capaces de darnos cuenta de las problemáticas y enfermedades a nivel mental y emocional, ya que son microscópicas bombas que van minando nuestra vida día con día.
Por lo que es complicado, haber estado consciente de las afectaciones de estos dos años de cuidado y confinamiento.
DIFERENCIA DE TRASTORNO Y SINDROME
Existe una gran diferencia entre síndrome y trastorno, posiblemente un poco confuso para los pacientes o la gente en general.
SINDROME
Un síndrome es un conjunto de síntomas que suelen agruparse pero no forman un trastorno todavía. Por ejemplo, cuando digo tristeza estoy hablando de varios síntomas: llanto, mirada pérdida, falta de energía, ánimo bajo en comparación con la conducta normal. Todo esto me da la idea de que la persona está triste.
TRASTORNO
Es un conjunto de síndromes que cumplen con las características de estar juntos en un tiempo y orden establecido.
SINDROME DE LA CABAÑA
Ahora que sabes la diferencia entre trastorno y síndrome, empecemos a conocer lo que es el Síndrome de la Cabaña.
Cuando experimentamos miedo por salir a la calle. Miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes de nuestra casa, temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, coger medios de transporte público, relacionarnos con otras personas conocidas, etc.
Como consecuencia del hecho de pasar tanto tiempo confinados, es una reacción natural, cuando el confinamiento se alarga a los más de 50 días.
El estar confinados, y nuestro mecanismo de adaptación, nos brindo por un lado confort, seguridad y tranquilidad en las actividades en casa a la vez que ansiedad, evitación e irritabilidad por el mero hecho de pensar en salir a la calle o retomar la vida que tenía antes del confinamiento.
Los mas vulnerables a padecer este síndrome, son los niños y adolescentes, que tuvieron que adaptarse al distanciamiento y en ocasiones la soledad por los cambios que tuvimos que realizar como padres.
CONSEJOS PARA AFRONTARLO
Las salidas deben ser graduales, de manera que cada uno pueda ir regulando qué necesita y cómo, con actividades que sean placenteras y para cada quien, de esta forma será algo esperado al día siguiente en nuestra rutina.
Respetar y continuar realizando actividades de seguridad como en este caso, el uso de cubrebocas, el distanciamiento y el lavado de manos cuando llegamos de la calle, así que, si tenemos esa ansiedad, de esta manera nos sentiremos seguros y protegidos.
Es algo normal que después de dicho encierro, un niño y/o adolescente, se sienta seguro dentro de su casa, y tenga un miedo y temor a lo que puede suceder fuera, donde no hay una seguridad prevista, y puede correr cierto riesgo.
Nosotros como padres no los presionemos a salir adelante y realizar las actividades que antes podía realizar, debemos apoyarlos y celebrarles sus pequeños logros, no es sencillo volver a sentir seguridad y confianza en un lugar que puede traer tanto daño, en ocasiones no es solo lo que actualmente estamos afrontando.
Este síndrome no es visto por la parte de salud, si no son complicaciones y formas de actuar a base de las circunstancias sociales que se mantienen hasta la actualidad, así que podemos tener en claro que no es una afectación, de la cual debamos avergonzarnos, sino nosotros como familia apoyar al niño y/o adolescente, a retomar su propia vida y reajustar su interacción con la sociedad.
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