SOBRELLEVAR LA PERDIDA DE ALGUIEN

Duele mucho despedirse de un ser querido, atrevernos a decir adiós a una persona fallecida es como aceptar perder una parte de nosotros mismos, a veces tan cercana como perder una parte de nuestro corazón.

Los seres humanos hemos aprendido a dar la bienvenida, a nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos ciclos, es difícil aprender a despegarse de alguien por la que tienes sentimientos y le tienes aprecio; nos han enseñado a decir HOLA, BIENVENIDO, pero nunca ADIOS

Los inicios y las bienvenidas es lo más hermoso que nos puede suceder, ya sea un nuevo trabajo, una nueva experiencia o una nueva vida, siempre las incógnitas y las esperanzas son confusas pero buenas, a diferencia de la nostalgia que frecuentemente nos asecha cuando sabemos y afrontamos una pérdida de cualquier índole.

Es complicado asimilar en la vida que en algún momento las cosas terminan, el tiempo termina, el reloj se detiene y el camino de la vida concluye, por lo que lo mejor que puede hacer uno es disfrutar de las experiencias y compañía de quien está a tu alrededor, brindarles toda la atención, cariño y tiempo posibles.

Aprender y enseñar lo que cada uno tiene, con una charla, un café, ya que cuando una vida termina, todo se queda y lo único que queda del otro es recuerdos, así que de ti depende como quieres hacer esos recuerdos, alegres o tristes.

Debemos aprender a apreciar nuestra vida, vivir nuestras propias experiencias y disfrutar de la belleza de la vida, hacer partícipes a las personas de nuestro alrededor, pero tomar el timón y ser el capitán de nuestra vida, tener a nuestro copiloto; disfrutar cada paso, cada escala del camino.

Y al final del camino seguir caminando buscando nuevas metas y sueños no importando si es acompañados o en soledad, lo importante es disfrutar lo que se vive, creando recuerdos con la gente que apreciamos.

El camino verdaderamente termina cuando tus ojos se cierren para no volver a abrirse, mientras habrá paradas, diferentes rutas, alguna escala, pero todas estas debemos de apreciarlas y disfrutarlas.

Aún hay tiempo para empezar nuestro camino, cambiar la ruta, tener un copiloto, y disfrutar cada día de nuestra vida y de la compañía del otro; muchos pueden pensar que la finalidad de nacer es vivir la vida que nos toca, pero esa no es la meta final, sino APRENDER A VIVIR CON Y POR LA FELICIDAD DE CADA UNO DE NOSOTROS